Rótulo

EL '606' EN PARÍS. DURANTE MI VIAJE

Sr. D. Leopoldo Romeo

Mi distinguido y querido amigo: Prometí a usted dar cuentasucinta de lo que personalmente viera en mi viaje respecto a la cuestión científica del día, y voy a hacerlo.

Me he detenido unos días en París, porque supe que el doctor Ehrlich estaba en Koenigsberg, en el Congreso de naturalistas, y he preferido ir a Frankfort cuando él esté de regreso.

He aprovechado mi estancia aquí para conocer la opinión de los principales especialistas, y a esto principalmente concretaré mi carta.

Comenzaré por las dos opiniones que, a mi juicio, tienen más importancia, por tratarse de los dos médicos que más han empleado el remedio de Ehrlich en Francia, aparte del justo renombre que ambos tienen: el uno por pertenecer al Instituto Pasteur, Salmon, y el otro como especialista de la avariosis, Émery.

Opinión del doctor Salmon: es un entusiasta del remedio de Ehrlich, y esto no extrañará a los médicos, que saben que él ha sido el que preconizó el atoxil para el tratamiento de la avariosis y, por lo tanto, el que cree que los nuevos preparados de arsénico han de ser los más indicados en el presente y en el porvenir para la curación de dicha enfermedad.

La misma tarde de mi llegada a París fui a visitar el Instituto Pasteur, pues de tres a cinco reciben allí a los médicos el profesor Metchnikoff y él.

Quedó convencido en que al día siguiente, a las diez de la mañana, me enseñaría varios enfermos tratados por él con el nuevo método en el Hospital Cochin, departamento anejo al Hospital Ricord.

Allá hemos ido dos mañanas el doctor Marañón, que regresaba de Frankfort, y yo.

Antes de dar breve cuenta de lo que vimos y de la larga conferencia que tuvimos (hora y media) con el doctor Salmon, haré un boceto de la personalidad de este hombre de ciencia, porque el conocimiento del sujeto importa mucho para el valor que deba concederse a sus juicios y opiniones.

Es el doctor Salmon un hombre vivaz, de mirada inteligente, de facilísima palabra, que brota de sus labios sin tregua ni descanso, pero siempre precisa y adecuada al pensamiento que emite.

Pero lo que más importa conocer para valorar sus opiniones es que sobre ser un buen observador tiene un espíritu independiente. Para él no importa que Ehrlich sea alemán y judío si es verdadero sabio, ni prefiere lo francés cuando esto es inferior a lo extranjero.

A propósito de esto nos refirió anécdotas curiosas, que demuestran el por qué algunos hacen la guerra a Ehrlich con ocasión de su nuevo descubrimiento.

Nos enseñó varios enfermos con manifestaciones primitivas, secundarias y terciarias de la avariosis, tratados con el nuevo remedio, y todos ellos estaban curados o aliviados con una sola, y el que más con dos inyecciones.

La historia clínica más curiosa que nos refirió -éste no estaba en la clínica- fue la de un enfermo con hemiplejia, 'pero sin contracturas', que, no pudiendo marchar bien, ni subir escaleras, ni mover el brazo paralizado, ni silbar, ni fumar, por tener también parálisis del orbicular de los labios, etc., a los pocos días de una inyección de 50 centigramos del preparado de Ehrlich se encontraba completamente normal. Cierto que, como he dicho antes, no tenía contracturas.

En la actualidad se ocupa el doctor Salmon de hallar una fórmula que permita suministrar a los médicos en dos frascos todo lo que necesita para proceder a la aplicación de la inyección de Ehrlich, pues, como es sabido, hoy se requiere hacer el preparado momentos antes de inyectarlo, porque se altera protamente, y aunque la técnica es sencilla, requiere tiempo y exige que se haga bien y asépticamente.

Está ensayando su fórmula en conejos en el Instituto Pasteur, y nos dijo al doctor Marañón y a mí, que esperaba resolver pronto esto, aunque no desconocía que el problema es algo difícil, porque para lanzar a la venta una fórmula así hay que tener la seguridad de que no se altera en mucho tiempo.

Me invitó a que a mi regreso de Francfort pase nuevamente por el Instituto Pasteur y por el Hospital Cochin.

Opinión del doctor Émery: este reputado médico de Saint-Lazare ha estado en alemania y es también entusiasta partidario del remedio de Ehrlich.

Reconoce, sin embargo, las contraindicaciones que tiene, señaladas ya por Ehrlich, y cree que, a pesar de la sorprendente eficacia del nuevo preparado, tal vez no destierre por completo al mercurio, que seguirá haciendo bastantes indicaciones.

Como el doctor Émery acaba de publicar un folleto, que quizá ya esté en Madrid, intitulado 'La preparación del 606' renuncio a dar cuenta detallada de su opinión, pues esto importa más a los médicos y pronto podrán leerlo.

Opiniones adversas. El doctor Hallopeau, sabio dermatólogo de París, autor de varias obras y exmédico del Hospital de Saint-Louis, me dijo que no juzgaba al nuevo remedio de Ehrlich tan eficaz como se decía, y que, en cambio, le consideraba tan peligroso como el atoxil (que él ya no emplea).

Yo, con todo el respeto que me inspira el doctor Hallopeau, y a pesar del cariño que le profeso, porque me une a él una buena amistad desde el primer Congreso de Dermatología celebrado en París en 1889, hago constar aquí ingenua y honradamente que esta opinión es un tanto ligera, porque él no ha empleado el nuevo remedio de Ehrlich, y además porque mal se compagina este juicio con lo encariñado que el doctor Hallopeau está con la hectina, que es otro preparado arsenical, seguramente más peligroso que el remedio de Ehrlich.

El doctor Henri Fournier tampoco se explica que con una inyección se logren efectos tan maravillosos y duraderos.

A propósito de esto, debo decir que el doctor H. Fournier, del Hospital Cochin, no es el célebre especialista Alfred Fournier, tan conocido en el mundo entero. Es sencillamente un homónimo del gran especialista, y por tanto su opinión no puede tener la fuerza que mandan las reputaciones consolidadas. Dicho todo esto con el mayor respeto para el preopinante.

A mi regreso de Francfort procuraré conocer las opiniones de los doctores Gaucher, profesor de Dermatología y Sifilografía de París; la de Fournier (Alfredo), a quien el anterior ha sucedido en la cátedra; la del profesor Jullien y la de Thibierge.

Varios de estos se hallan fuera de París en la actualidad.

Hoy salgo para Frankfurt am Mein.

Fernando Castelo. París, 24 de septiembre de 1910
La Correspondencia de España, Miércoles 28 de septiembre de 1910, p. 1

Proyecto de investigación "La imagen de la medicina a través de la prensa diaria' El Imparcial' y 'Las provincias' (1898-1930) (HAR2008-04023) historiadelamedicina.org